Sentir tu boca, tocarla, dibujar tus labios con mis manos y
repetir la forma sobre tu cuerpo. Sentir como nuestras bocas están echas a la
medida, casi geométricamente se besan, y en ese entonces ya nada importa. Y se
funden los cuerpos en un abrazo interminable, bella forma de comenzar a amarte,
y luego nos desnudamos casi como un impulso, una necesidad, volver a ser libres
incluso de nuestras ropas para pertenecernos el uno al otro. Tus ojos se cruzan
con mi mirada y ya no hay marcha atrás, hacemos el amor sin tocarnos una sola
gota de nuestro cuerpo, hacemos el amor en cada palabra, en cada gesto, y,
cuando nuestros cuerpos se tocan, hacemos más que solo el amor: hacemos magia